El libro de Mario Avallone
Para algunos, escribir es una necesidad. Una forma de compartir experiencias y emociones. Una forma de destacar momentos de la vida, incluso en el ámbito profesional. Mario Avallone, propietario de La Stanza del Gusto, chef experimentado y seleccionador de exquisiteces, tiene mucho que decir. Algunos son alegres, otros amargos, otros llenos de ironía. En resumen, todo en el espíritu de la mejor expresión del pueblo napolitano. Esta ironía es la característica subyacente de sus trabajos editoriales. En particular, el ABBECEDARIO COSTUMATO, publicado por Rogiosi, en el que revisa de forma sucinta y eficaz —perfecto para los tiempos actuales en que no disfrutamos de la buena lectura— las palabras, o cualidades, que caracterizan a una buena persona. Avallone las revisa alfabéticamente. Simplemente para darles el orden nostálgico de los viejos libros de texto que acompañaban los estudios en tiempos pasados. Estos textos multidisciplinares no tenían nada que envidiar a los modernos que acompañan a los niños desde la infancia. Al leer el libro de Avallone, emerge un perfil claro, aunque amargo, de una persona decente. Porque entre líneas, casi se puede leer el anacronismo de las palabras que lo caracterizan. Amabilidad, Tolerancia, Refinamiento, Lealtad, Objetividad, Nobleza, Elegancia. ¿Dónde encontró Avallone todas estas palabras? Quizás en sí mismo. Y sin duda están ahí. Están ahí, en una Nápoles que ama y conoce profundamente, una Nápoles que se desvanece. La Nápoles que expresa en sus platos y sus prácticas en las calles de Via Costantinopoli, donde se encuentra su restaurante. Una calle de la que, como restaurador, fue pionero. Cuando nadie habría apostado por ella. El libro, acompañado de ilustraciones frescas y coloridas, también cuenta la historia del autor, quien, sin quererlo, revela mucho sobre sí mismo al esbozar el prototipo del hombre decente. Lo hace seleccionando y destacando a lo largo del texto palabras que recurren a su vida cotidiana, como alegría, despreocupación, Dios, libertad, sencillez, seriedad, conciencia. Palabras que componen un autorretrato conciso y veraz. Lo cual cualquiera que sabe puede decir verdaderamente que corresponde a la verdad.